Los Fundamentos de la Sociedad Islámica en la Sura Al-Fatihah

Por el Saiid Mundhir Al-Hakim

Introducción:

En verdad que las llaves de los tesoros del Sagrado Corán se han reunido en "la Apertura del Libro", la sura Al-Fatihah, de una forma global y sorprendente para quien anhela introducirse en este libro divino, y desea hacerlo en la forma de amplios lineamientos que comprendan la totalidad de los conceptos del excelso Corán, los cuales abarcan el espíritu del Libro y se caracterizan por su condición milagrosa, claridad y belleza.

Esta sura constituye Umm-ul Kitab (la Matriz del Libro), sus llaves y fundamentos. De esa manera, le corresponderá a cada especialista referirse a ella indagando sus indicios para conseguir de ella lo que satisfaga su sed.

La "Apertura del Libro" es palabra del Señor del universo y es la forma con la que quiere educar a Sus siervos en lo relacionado a Su adoración. La obligación que tiene todo musulmán de leerla por lo menos diez veces al día, al serle exigida en cada rezo dos veces, indica la necesidad de enfatizar sus conceptos y de materializarlos en la práctica.

Por ello, se impuso su lectura tanto para quien se encuentra de viaje como para quien no lo está, para circunstancias de guerra como en la paz, para los hombres como para las mujeres, para los jóvenes como para los ancianos, individualmente como en grupo, y para los rezos en voz alta como para los que deben ser realizados en voz baja; y eso es por la necesidad de actuar sobre la base de la educación divina y en procura de la sublime guía.

El manifiesto pedido de guía a Dios, Glorificado Sea, con la conjugación en plural al expresar ihdina (guíanos) y mediante la forma de súplica y sometimiento, da a entender que esta sura se dirige a la humanidad en su totalidad, a la que le indica orientarse a la fuente de la guía, que constituye la mayor necesidad del ser humano en todos los aspectos y etapas de la vida. Así, el pedir la guía hacia el sendero recto significa pedir el conocimiento de ese sendero y pedir el éxito y la ayuda para marchar y estar firmes sobre el mismo, puesto que esa guía es lo que más necesita el ser humano en esta vida en la que se bifurcan tantos caminos y senderos, donde la ignorancia domina en todo aspecto y donde las fuerzas del extravío imperan sobre cada camino e imponen los factores de destrucción en un mundo que se agita en el cúmulo de la ignorancia, la cual corrompe a la persona que fue creada para ascender al más elevado grado de virtud, y le hace caer en el mal, mediante su incitación a la falsedad y encubrimiento de la misma en un manto de verdad, y viceversa.

 Esas fuerzas seductoras disponen al ser humano en una situación de peligro y en una grave y crítica situación. De esa manera éste se encuentra en un estado de necesidad de luz, belleza, perfección y auxilio de parte de Quien es la fuente de toda bondad, guía, poder y riqueza. Todos necesitamos del conocimiento de la Verdad, actuar en base a ello y permanecer firmes a su respecto.

La sura Al-Fatihah se ocupa de ello y delimita para el musulmán los claros fundamentos de amplias dimensiones para la sociedad que debe construir y en la que debe vivir.

Es posible resumir los fundamentos de la sociedad musulmana en la sura Al-Fatihah en los siguientes puntos:

1- La visión monoteísta pura: «En el Nombre de Dios, el Graciabilísimo, el Misericordiosísimo ¯ La alabanza sea para Dios, Señor del universo ¯ El Graciabilísimo, el Misericordiosísimo ¯ Soberano en el día del juicio».

2- La contínua adoración y sometimiento absoluto a las leyes divinas en la vida: «A Ti adoramos».

3- Procurar la grandeza mediante la fuente del poder, y la ayuda absoluta solamente de Dios: «Y a Ti pedimos ayuda».

4- La sana orientación de las emociones, y la vida poseedora de un objetivo: «Guíanos hacia el sendero recto».

5- El liderazgo y la sociedad correctos: «El sendero de aquéllos a quienes agraciaste».

6- El reconocimiento de los enemigos, precaverse de ellos y evitarles: «No el de aquéllos sobre quienes ha recaído Tu ira, ni el de los extraviados».

La Visión Monoteísta Pura:

«En el Nombre de Dios, el Graciabilísimo, el Misericordiosísimo 

La alabanza sea para Dios, Señor del universo ¯

El Graciabilísimo, el Misericordiosísimo ¯

Soberano en el día del juicio»

1- El Sagrado Corán expresa claramente que constituye «un recuerdo para el Universo» y «un recuerdo para la humanidad», por lo que es un libro para toda la humanidad, incluyendo tanto al individuo como a la sociedad.

2- Si el ser humano habla con su Señor utilizando la primera persona  del plural, estará enfatizando el carácter social del contenido de las aleyas de la sura ("adoramos", "procuramos ayuda", "guíanos").

3- La cosmovisión del ser humano como individuo y como comunidad se materializa en cada palabra y comportamiento diario del individuo y la sociedad.     

La visión monoteísta se ha materializado en cada párrafo de la sura:

- Desde el principio de la lectura, que forma parte de un comportamiento diario y permanente, ésta es realizada para Dios solamente y para nadie más.

-  Se Le particulariza en la alabanza.

- Se Le considera, Glorificado Sea, el origen del mundo existente.

- Se atribuye el origen de cada hecho de misericordia a partir de Su Misericordia absoluta.

- Se indica Su dominio del destino de todo lo existente y su hegemonía sobre ello, tanto en su principio como en su final.

- Se circunscribe la pertinencia de la adoración solo a Él y se Le particulariza la permanente adoración.

- Se le circunscribe el poder absoluto y la solicitud de ayuda.

- Se le particulariza para implorar la guía, sin tener en cuenta a nadie más.

- Se le particulariza en su condición de Agraciador de todo bien del que son objeto los agraciados.

- Él es la verdad y de Él proviene la guía, y lo que no es Él es la falsedad y el camino del extravío.

- Y finalmente, la ira que hay que temer, y la que ha de ser evitada,  es la Suya exclusivamente.

El comienzo de la lectura -en su condición de expresión del comportamiento humano- en el Nombre de Dios, el Graciabilísimo, el Misericordiosísimo, es un ejemplo de un proceder que satisface a Dios, Glorificado Sea, y una forma de actuar según las normas de adoración a Dios, que implica el observarle en cada proceder voluntario humano individual o social, y eso no constituye para el musulmán tan sólo un mero lema de la visión monoteísta, sino que es una representación de un elevado valor de entre aquéllos de la vida humana, que es la necesidad de movilizarse en cada acción voluntaria en base a un motivo divino al que no le alcance la más mínima mancha de duda o asociación, ya que cada persona necesita un ideal elevado para elegir y actuar respecto de éste en cada paso de su vida, con la esperanza de llegar a ello.

Si ese "ideal elevado" es realmente así, entonces el comportamiento de la persona será un medio mediante el cual se elevará hacia ese ideal, y si en verdad no es sino una conjetura del ser humano de que ello es así, entonces su visión no será más que un espejismo, ya que al llegar no encontrará nada.

A partir de aquí entendemos las palabras del Profeta (BP) que rezan: "Todo asunto que no es comenzado en el Nombre de Dios es estéril", y ello brinda luz a las palabras del Altísimo que dicen:

و الذين كفروا أعمالهم كسراب بقيعة يحسبه الضمآن ماءً حتى إذا جاءه لم يجده شيئاً

النور / 39

«Y en cuanto a los incrédulos, sus acciones son como un espejismo en un desierto; el sediento cree que es agua, y cuando se acerca a ella, no encuentra nada»

(An-Nur; 24:39)

O cuando dice:

مثل الذين كفروا بربّهم أعمالهم كرماد اشتدت به الريح في يوم عاصف...

ابراهيم / 18

«El ejemplo de las acciones de aquéllos que niegan a su Señor es como el de las cenizas aventadas por el viento en un día tempestuoso...».

(Ibrahim; 14:18)

El origen de cada acción voluntaria en base a la intención es un asunto necesario. Esa intención es base de esa acción, y constituye su espíritu y realidad, como se narra del Profeta (BP): "En verdad que las acciones son consideradas sobre la base de las intenciones, y en verdad que a cada persona le corresponderá en base a la intención que haya tenido".

La persona no logrará los frutos de su acción sino en la medida de la sana intención y sinceridad que ésta contenga, esto es, en la medida del factor que acerque hacia ese objetivo elevado del ser humano:

و من أراد الآخرة و سعى لها سعيها و هو مؤمن           

الاسراء / 19

«...A quien procure la otra vida y se esfuerce por ella siendo creyente...»

(Al-Isra'; 17:19)

Así, el origen de toda acción en base a un motivador ideal eleva esa acción hasta la fructificación, por lo que la cosecha de esa siembra también será un fruto provechoso.

من جاء بالحسنة فله عشر أمثالها

الأنعام / 160

«Quien realice una buena acción le corresponderá lo que a diez semejantes»

(Al-An'am; 6:160)

Por eso, es necesario relacionar ese motivador con la acción mientras ésta dure. Cuanto más aumente la observancia hacia éste, mayor será su influencia, y se incrementará en luz y atención.

Vincular la acción al Nombre de Dios, Glorificado Sea, trae aparejada una mejora necesaria del estado interior para enriquecer la acción y elevarla hasta el nivel de su concepción y fructificación. Dijo el Profeta (BP): "Ciertamente que sólo se registra la oración de un siervo en la medida que la haya reflexionado".

Luego, si el musulmán advierte en su acción el ideal supremo en la vida, que reúne la totalidad de los calificativos de perfección y belleza, o sea Dios, Glorificado Sea, y seguidamente le atribuye la misericordia englobadora y constante mediante "Ar-Rahman" (literalmente: el de mucha misericordia), "Ar-Rahim" (literalmente: el de constante misericordia), ¿acaso no significa que la mirada del musulmán y la sociedad islámica sobre la vida, es más, sobre la existencia, es una mirada optimista basada en el bien y la misericordia? Ello conlleva la esperanza que lleva el vehículo de la vida hasta la cima de la perfección, y que corona la vida del ser humano con el éxito y el triunfo.

La visión monoteísta es una visión abarcadora, y considera cada comportamiento de la persona creyente en Dios surgido de esta visión, así como considera que no hay nada en la existencia independiente de la condición de Sustentador de Dios, Glorificado y Exaltado Sea, ni nada que esté ajeno a su presencia y sostén.

{الله لا إله إلاّ هو الحيّ القيّوم}

البقرة / 255، آل عمران / 2

«¡Dios! No hay divinidad más que Él, el Viviente, el Sustentador»

(Al-Baqarah; 2:255 y Aal 'Imran; 3:2)

La alabanza y la glorificación forman parte de una conducta voluntaria que surge de la persona y se origina al percibir belleza o perfección y considerarlas dignas de ponderación y valoración, por lo que la persona se deshace en elogios mencionando sus nombres en alabanza y glorificación.

Si la persona reflexiona con profundidad en cada poseedor de belleza o perfección, encontrará que su perfección le ha sido proporcionada y que su belleza le es adjuntada desde una fuente de belleza y perfección. Entonces, si la persona desea alabar, será conveniente que glorifique a la fuente de toda la belleza y perfección.

Musulmán es el que conoce la Verdad, cree en ella, y conoce la perfección absoluta que no es poseída por otro más que Él, sino que sólo es esta misma perfección la que se refleja en cada cosa. Así, toda belleza se origina en Él y vuelve a Él. Sólo Él es el acreedor a cualquier alabanza en el mundo de la existencia; en realidad ésta sólo Le es particular.

Esta visión y este conocimiento permiten al ser humano una nueva apreciación de la vida, puesto que no se deslumbra con ninguna belleza excepto la Suya, Glorificado y Exaltado Sea, y no ahonda en la alabanza y elogio de nada, a menos que esté describiendo un calificativo Suyo, Glorificado Sea, alabándole y glorificándole.

De esta manera, se extiende la sombra de la visión monoteísta a toda área y todo aspecto, y por sobre toda visión y proceder. Esta es una de las cosas que señala la aleya que dice:

الحمد لله ربّ العالمين

«La alabanza sea para Dios, Señor del universo»

Esto es, toda alabanza en la existencia es particular de Dios, Glorificado Sea. Eso constituye el señorío absoluto sobre la totalidad de los mundos de la existencia. Así, la totalidad del mundo de lo razonable está sometido a Su señorío tanto sobre la existencia como sobre la legislación por igual.

El señorío implica la creación, la autarquía, el mando, y la hegemonía constante sobre el subyugado. El señorío exige el sometimiento del subyugado al Señor, de una forma tal que surge de la necesidad y la dependencia al Señor, que es el Creador y Soberano que rige a su súbdito, y le educa y desarrolla en etapas complementarias de la existencia.

Es así que la sociedad humana es deudora de su Señor, ya sea que acepte esto o lo rechace. La sociedad musulmana entiende esta realidad con toda profundidad y cree en ella con la mayor fe.

La unidad de origen constituye el más importante de los factores de unidad en la sociedad humana, a pesar de todas las diferencias que particularizan a las comunidades y los pueblos.

و جعلناكم شعوباً و قبائل لتعارفوا إن أكرمكم عند الله أتقاكم

الحجرات / 13

«Y os dispusimos en comunidades y tribus para que os reconozcáis. Ciertamente que el más noble entre vosotros ante Dios es el más timorato»

(Al-Huyurat; 49:13)

El señorío que se basa en la creación y la soberanía implica el dominio, el cual puede estar basado en la coerción, o bien rebozar de bondad y misericordia.

Con este ángulo es posible observar los valores, objetivos y el equilibrio existente entre ese señorío y los medios, factores de destrucción, de permanencia, y factores que promueven el desarrollo hacia los objetivos elevados, que pueden llegar a implicar la defensa, el yihad, la implementación de las penas divinas (hudud), y portar la espada, siempre que esa espada sea un medio para establecer la verdad luego de haber sido cerrados todos los caminos pacíficos y amonestadores. Dice el Altísimo:

و أنزلنا الحديد فيه بأس شديد و منافع للناس

الحديد / 25

«E hicimos descender el hierro, el cual contiene fuerte adversidad y beneficios para la gente»

(Al-Hadid; 57:25)

Es así que la sociedad islámica sigue a su ideal supremo y a su Señor, cuya misericordia precede a su ira, y cuya ira depende de su vasta y constante Misericordia.

La contínua adoración y sometimiento absoluto a las leyes divinas en la vida:

إيّاك نعبد

«Es a ti a quien adoramos»

La visión que el ser humano tiene del mundo se manifiesta indudablemente en su comportamiento. La visión monoteísta implica  una permanente atención, una absoluta confianza, y un constante sometimiento al Poseedor de la soberanía absoluta, la amplia sustentación, el señorío permanente y la contínua y primordial regencia sobre el mundo y el ser humano.

Circunscribir la totalidad de los atributos de perfección y belleza a la Verdad, implica que éstos no tengan arraigue, permanencia ni legitimidad para nadie más, excepto en la medida en que se verifique su vinculación con la Verdad permanente, la cual no se extingue.

كلّ شيء هالك إلاّ وجه الله

القصص / 88

«Todo está destinado a desaparecer excepto Su faz»

(Al-Qasas; 28: 88)

Esta visión implica la negación de toda atención original excepto la que está dirigida a Dios, Glorificado Sea, y restringir la mirada a Él y a lo que se le vincule, y sea un medio para llegar a Él.

La unidad del ideal supremo constituye el eje consolidado, original y permanente, que merece que la humanidad se congregue en torno a él. Eso significa el sometimiento a la hegemonía divina en todos los ámbitos de la vida. Esa obediencia implica el rechazo a cualquier otro tipo de hegemonía sobre el ser humano en su vida.

El sistema de gobierno en la sociedad islámica, es más, en el régimen de la vida entera, es el de la soberanía divina por un lado, y por el otro, el de la adoración del ser humano -individual y socialmente- de una manera voluntaria, a Dios, Glorificado Sea.

Esta adoración voluntaria es la que le garantiza a la persona su humanidad, desarrollo y elevación en la escalera de la vida. Toda adoración fuera de ésta, saca a la persona de su humanidad arrojándola a lo profundo de la animalidad, y la arroja en el abismo de la perdición. Como dice Dios en el Corán:

و العصر * إنّ الإنسان لفي خصر * إلاّ الذين آمنوا و عملوا الصالحات و تواصوا بالحق و تواصوا بالصبر

سورة العصر

«Por la época ¯ Que el ser humano está en la perdición ¯ Salvo aquéllos que creen y practican el bien, se aconsejan la verdad y se recomiendan la paciencia»

(Sura Al-'Asr)

Esta expresión de adoración debe prevalecer sobre la sociedad y no limitarse al individuo, de forma que su eficacia y extensión abarque todos los aspectos de la vida y todos los niveles de la sociedad.

A partir de aquí, comprendemos que el Sagrado Corán enfatiza el aspecto social de la fe, qué decir del individual. El aspecto social o grupal de la adoración implica una sociedad adoradora, y constante en su adoración, elevando los lemas de la unidad y adoración a Dios. El Islam llegó para educar al ser humano y hacer de él un ideal de perfección humana, por lo que su conducta debe marchar junto a los requerimientos y transformaciones de la vida. Por eso, no es posible substraer al individuo de la sociedad puesto que iría en contra de la naturaleza humana y sus necesidades vitales.

Así pues, debe haber una educación y formación del ser humano, contándose éste en la sociedad. Entonces, ¿cuál es la sociedad que puede plasmar en el ser humano la perfección que le es adecuada? Esa es la sociedad adoradora de Dios, Glorificado Sea, y la que rechaza la adoración de algo más.

Dice el Altísimo:

فمن يكفر بالطاغوت و يؤمن بالله فقد استمسك بالعروة الوثقى         

البقرة / 256

«Quien rechace al tirano y crea en Dios, en verdad que se habrá aferrado al asidero más firme»

(Al-Baqarah; 2:256)

Es necesario rechazar cualquier hegemonía fuera de la divina, ya que cualquier otra que no se vincule a Dios mediante un nexo real, será considerada una hegemonía maléfica, que arrastrará al ser humano hacia la perdición.

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