La Historia de Gadîr Jumm

Por la Lic. Sumeia Younes

La celebridad de esta historia y las narraciones que la transmitieron superan el límite de tawâtur[1]. Los sabios shi‘as escribieron valiosos libros respecto a este suceso, el más englobador y completo de los cuales es el de ‘Al·lâmah Amînî -que Dios esté complacido de él- quien transmite la historia de Gadîr Jumm en el primer tomo de su afamado libro Al-Gadîr citando los nombres de ciento diez Compañeros del Profeta, ochenta y cuatro Tâbi‘în (Compañeros de los Compañeros) y de trescientos sesenta sabios y narradores de hadices de Ahl-us Sunnah que citaron el Hadîz en sus libros, con todas las características y explicaciones de la situación y condición de sus narradores: cincuenta y seis sabios del siglo II de la hégira, noventa y dos del siglo III, cuarenta y tres del siglo IV, veinticuatro del siglo V, veinte del siglo VI, veintiuno del siglo VII, dieciocho del siglo VIII, dieciséis del siglo IX, catorce del siglo X, doce del siglo XI, trece del siglo XII, doce del siglo XIII y diecinueve del siglo XIV[2].

Además, veintiséis sabios Shi‘as y Sunnis escribieron libros que en forma independiente solo se refieren a este suceso. Asimismo cientos de poetas y literatos tanto árabes como no-árabes escribieron poesías y cantaron elegías al respecto, y nosotros, con el fin de no extendernos demasiado en el texto, traducimos la historia del libro Al-Gadîr, eligiendo la más resumida y compendiada y al mismo tiempo la más abarcadora de todas las narraciones que fueron citadas en los libros de la gente de la Sunnah[3]:

En el año décimo de la hégira, el Enviado de Dios (BP) anunció a la gente que se dirigiría a realizar la Peregrinación, por lo que una gran multitud de entre las diferentes tribus y clanes de los alrededores, se dirigió a Medina para acompañar al Profeta y aprender de él lo relacionado a este deber divino (la realización de la Peregrinación a la Casa de Dios).

Este fue el único Hayy que el Enviado de Dios (BP) realizó tras su emigración a Medina. No lo había realizado antes y ya no lo haría jamás hasta que falleció, por lo que se lo llamó Hayyat-ul Wadâ‘ (Peregrinación de Despedida), Hayyat-ul Islâm (Peregrinación del Islam), Hayyat-ul Balâg (Peregrinación de la Anunciación), Hayyat-ul Kamâl (Peregrinación de la Perfección), Hayyat-ut Tamâm (Peregrinación de la Completación).

El Enviado de Dios (BP), tras realizar un Gusl y ungirse aceite en el cuerpo, salió de Medina a pie, vistiendo solo dos simples piezas de telas (Ihrâm) -una atada a la cintura y otra sobre los hombros-. La fecha de su partida de Medina fue un día sábado veinticuatro o veinticinco del mes de Dhûl Qa‘dah.

El Enviado de Dios (BP) llevó consigo a todas sus esposas quienes iban montadas en literas de camellos, acompañándolo también muchos de sus familiares y emigrantes de La Meca, los auxiliares de Medina y tribus árabes.

Su partida coincidió con una epidemia de viruela y/o fiebre tifoidea que afligió a la gente de Medina y es por ello que muchos no pudieron dirigirse a realizar la Peregrinación con el Profeta (BP), pero aun así, una gran cantidad de gente salió con él. Según algunos partieron ciento catorce mil, según otra tradición ciento veinte mil, en otras ciento veinticuatro mil y otros mencionaron mucho más.

Este número solo corresponde a quienes partieron de Medina junto al Profeta (BP), ya que la cantidad de personas que realizaron el Hayy junto a él, como la gente de La Meca, y los que llegaron luego desde el Yemen junto a ‘Alî (P) y Abû Mûsâ, eran muchos más.

Tras ello ‘Al·lâmah Amînî transmite la historia del viaje y las paradas y lugares en los que permanecieron a lo largo del camino, y luego dice que el Profeta ingresó a La Meca el día martes, y tras realizar los ritos del Hayy emprendió el regreso a Medina, acompañándolo aquella misma gente, hasta que llegó a Gadîr Jûmm, que es una región de Yuhfah donde se separan los caminos de la gente de Medina, Egipto y Irak. Allí se detuvo.

Era el día jueves 18 de Dhûl Hiyyah, en el que el Ángel Gabriel descendió y le reveló la siguiente aleya por parte de Dios, Glorificado Sea:

«¡Oh Enviado! Proclama lo que te fue revelado por tu Señor, porque si no lo hicieras no habrás comunicado Su Mensaje, y Dios te mantendrá a salvo de la gente».

 (Al-Mâ’idah; 5:67)

De este modo encomendó al Profeta (BP) que presentara a la gente a ‘Alî (P) y les anunciara el tema de la Wilâiah y el liderazgo, y la obligación de que fuera obedecido. Esto sucedió en un momento en que las caravanas que estaban a la vanguardia se encontraban cerca de Yuhfah, por lo que el Enviado de Dios (BP) ordenó que aquéllos que estaban adelantados regresaran, y que los que estaban rezagados se detuvieran en ese lugar. También advirtió que nadie debía detenerse bajo cinco árboles juntos que allí había, y que limpiaran y barrieran la tierra bajo los mismos, hasta que se hizo la hora de la oración del mediodía y se escuchó el llamado a la oración. El Enviado de Dios (BP) se dirigió hacia aquellos árboles y rezó allí la oración del mediodía junto a la gente. Aquel día estaba intensamente caluroso, hasta el punto que los presentes colocaban parte de sus capas y mantos sobre sus cabezas y parte bajo sus pies para que el calor del sol no los hostigara. El Enviado de Dios (BP) también se refugió bajo la sombra de una tela que había sido colocada sobre uno de aquellos árboles.

Después de concluir con la oración el Enviado de Dios (BP) se puso de pie en medio de la gente sobre unas monturas de camello que habían sido dispuestas allí, y con una voz expresiva y alta que llegaba a oídos de todos, habló así:

 “La alabanza sea solo para Al·lah y a Él pedimos ayuda. En Él creemos y a Él nos encomendamos, y nos refugiamos en Dios de nuestro propio mal y de la maldad de nuestros actos.

¡Oh gentes! Por cierto que el Señor Misericordioso y Sabio me ha informado que el período de mi vida se acerca a su fin y yo pronto responderé a la invitación de Dios; y vosotros y yo somos responsables cada uno de lo que se nos ha encomendado, entonces ¿vosotros qué decís a esto?”.

La gente dijo: “Atestiguamos que anunciaste muy bien tu Mensaje y nos aconsejaste y te esforzaste. ¡Que Dios te recompense en la mejor forma!”.

Dijo: “¿Atestiguáis que no hay divinidad más que Al·lah, y que Muhammad es Su siervo y mensajero, que Su paraíso es verdad, que Su fuego es verdad, que la muerte también es verdad, y que la Hora está próxima, de lo cual no hay duda, y que ciertamente Dios Único resucitará a los que están en los sepulcros?”.

 Dijeron: “Sí, lo atestiguamos”.

 El Enviado de Dios (BP) dijo: “¡Señor mío, Sé testigo!”.

 Entonces dijo: “¿Acaso me estáis escuchando?”.

 Respondieron: “Sí”.

 Dijo: “Sabed que yo entraré a la Fuente de Kauzar y vosotros también volveréis a mí, al lado de la Fuente, la que tendrá un ancho como de San‘â’ y Bus[4], y en la cual habrá copas de plata como hay estrellas en el cielo. Entonces observad cómo tratáis a Zaqalain -los dos tesoros-, y cómo observáis mi derecho en relación a ellos dos”.

Uno de los presentes dijo: “¿Y cuáles son los dos tesoros ¡oh Mensajero de Dios!?”.

 Dijo: “El tesoro mayor es el Libro de Dios, uno de cuyos extremos se encuentra en manos del Poder de Dios, Imponente y Majestuoso, y el otro extremo está en las vuestras. Entonces, aferraos a él para que no os desviéis. Y el tesoro más pequeño es mi familia, y así como el Benevolente, el Informado me ha anoticiado, estos dos no se separarán jamás hasta que regresen a mí en la Fuente (de Kauzar). Yo he pedido eso a mi Señor, entonces, no os adelantéis a ellos, puesto que seríais aniquilados, ni seáis negligentes a su respecto, puesto que seríais exterminados”.

En ese momento tomó la mano de ‘Alî (P), levantándola de tal manera, que podía verse la blancura de las axilas de ambos, y toda la gente lo observó. Y dijo:

 “¡Oh gentes! ¿Quién posee primacía sobre los creyentes por sobre sus propias vidas?”.

Respondieron: “Dios y Su Mensajero son los más sabios”.

 Dijo:

“Ciertamente que Dios es mi Señor y yo soy el señor de los creyentes y poseo primacía sobre los creyentes por sobre sus propias vidas”.

Tras ello dijo:

«فمن كنت مولاه فعلي مولاه»

Entonces, aquel de quien yo fuera su señor, éste es ‘Alî su señor”. (Y repitió esto tres veces).

Y en la transmisión de Ahmad ibn Hanbal -el Imam de los hanbalitas- se narró que repitió esta frase cuatro veces y tras ello dijo:

«اللهم وال من والاه، و عاد من عاداه، و احب من احبه، و ابغض من ابغضه، و انصر من نصره، و اخذل من خذله، و ادر الحق حيث دار»

“¡Dios mío, Sé amigo de quien sea su amigo, y enemigo de quien sea su enemigo, ama a quien le ame, y odia a quien le odie, auxilia a quien le auxilie, y abandona a quien le abandone, y haz que la verdad esté donde él se encuentre!”.

Tras ello dijo:

Todos los que hoy estu­vieron presentes aquí, deben hacer llegar este mensaje a quienes no es­tuvieron”.

Todavía no se ha­bían separado unos de otros que el Fiel de la Re­velación -el Ángel Gabriel- hizo des­cender la siguiente aleya de parte de Dios:

«Hoy, os He perfeccio­nado vuestra religión, He completado Mis gra­cias para con vosotros y Me satisface para vosotros el Islam por religión».

(Al-Mâ’idah; 5:3)

 Entonces el Enviado de Dios (BP) dijo:

 “¡Al·lah-u Akbar! ¡En­grandecido sea Al·lah por haber perfeccionado la religión y por haber completado Sus merce­des! ¡El Señor se ha com­placido de mi Mensaje y de la Wilaiah (supremacía) de ‘Alî después de mí!”.

 Fue aquí que la gente se abalanzó hacia Amîr-ul Mu’minîn ‘Alî (P) para felicitarlo, y entre quienes se adelantaron en felicitarlo fueron Abû Bakr y ‘Umar, quienes le dijeron:

"بخ بخ لك يا بن أبي طالب أصبحت و أمسيت مولاي و مولى كل مؤمن و مؤمنة"

 “¡Bravo, bravo por ti, oh hijo de Abî Tâlib! ¡Te convertiste en mi señor y en el señor de todo creyente y de toda creyente!”.

E Ibn ‘Abbâs dijo:

“¡Juro por Dios que tu Wilâiah se ha vuelto (de) obligatoria (aceptación) para la gente!”.

En ese momento el poeta Hassân se levantó y dijo: “¡Oh Enviado de Dios! ¿Me permites que yo recite algunos versos en relación a ‘Alî?”. Dijo: “Recita, por la Gracia de Dios…” Y Hassân recitó:

Les exhortó su Profeta en el día de Gadir Jumm.

Se escuchó al Mensajero que exhortando,

decía: “¿Quién es vuestro Señor y vuestro Walî?”.

Sin aparentar incomprensión, dijeron:

“Tu Dios es nuestro Señor y tú eres nuestro Walî,

y no verás de nosotros desobediencia en la Wilâiah”.

Entonces le dijo: “¡Párate ¡Oh ‘Ali!,

que por cierto que me complace

que después de mí seas líder y guía”.

“Así que, de quien yo haya sido su Señor,

éste es su Walî, y sedle auxiliares y fieles seguidores”.

Entonces fue allí que suplicó:

“¡Dios mío! Sé amigo de su amigo,

y sé para quien sea hostil a ‘Alî, un enemigo”.

Este fue el resumen de este gran suceso histórico que fue citado en los documentos de los grandes sabios de Ahl-us Sunnah. Este hecho fue explicado en forma detallada en los libros shi‘as. El fallecido Tabarsî, en el libro Al-Ihtiyây[5], transmite un discurso detallado del Profeta (BP). Nosotros nos conformamos con lo expuesto para no dilatar más este opúsculo, desde que no hay necesidad de más indicios para corroborar la realidad de este suceso.

Los transmisores del Hadîz Al-Gadîr:

Cientos de célebres transmisores de hadices, exegetas, historiadores, jurisconsultos y teólogos de Ahl-us Sunnah narraron el Hadîz de Gadîr en sus fuentes, con expresiones semejantes.

Tabarî, célebre historiador sunnita, en su libro Al-Wilâiah fi Tarîqi Hadîz-il Gadîr, transmite el hadîz a través de muchas vías que llegan al Profeta (BP). Ibn ‘Uqdah Al-Kûfî, en su libro Al-Wilâiah lo transmite de muchísimas personas también. Abû Bakr Muhammad ibn ‘Umar Al-Bagdâdî, conocido como Ya‘ânî, citó el hadîz a través de veinticinco vías. El número de entre los hermanos sunnis que escribieron libros respecto a las particularidades de este suceso histórico en particular llegan a veintiséis personas.

Tirmidhî, en su Sahîh dice: “Este hadîz está calificado de hasan (bueno) y sahîh (confiable)”[6]. Ibn ‘Abd-ul Birr Al-Qurtubi, en su Isti‘âb, tras citar éste y otros hadices al respecto dice: “Todas éstas son transmisiones correctas y comprobadas”[7].

Shams-ud Dîn Adh-Dhahbî escribió un libro especial respecto al Hadîz de Al-Gadîr, y él mismo mencionó el Hadîz con varias cadenas de transmisión en Taljîs-ul Mustadrak, y consideró correctas muchas de esas cadenas de transmisión.

Ibn Hayar Al-Mekkî, dice en As-Sawâ‘iq: “Este es un Hadîz correcto sobre el cual no caben dudas, y lo citó un grupo como At-Tirmidhî, An-Nisâ’î y Ahmad, y sus cadenas de transmisión son muchísimas”[8].

Ibn Hayar Al-‘Asqalânî citó el hadîz en varias partes de su Tahdhîb-ut Tahdhîb, y respecto al mismo opina así: “Ibn Yarîr (At-Tabarî) mencionó la cadena de transmisión del Hadîz en un libro aparte, considerándola sahîh (correcta). Asimismo Ibn ‘Uqdah recopiló las cadenas de transmisión en un solo lugar, transmitiéndolas de setenta Compañeros”[9]. Él mismo dice: “Las vías de este hadîz son bastantes, y muchísimas de ellas son correctas y buenas”[10].

Las arriba mencionadas son las opiniones de algunos sabios en Hadîz y Riyâl de Ahl-us Sunnah, respecto a la certificación del Hadîz de Gadîr.

Además, transmitieron el Hadîz de Gadîr: Ibn Mâyah en su Sunan (T. 1, pp. 28-29); Ahmad en su Musnad (T. 4, p. 281); An-Nisâ’i en Al-Jasâ’is (p. 21) e Ibn ‘Abd-ul Birr en Al-Isti‘âb (T. 2, p. 473) transmiten del Compañero Al-Barâ’ ibn ‘Âzib. Ibn Kazîr en Al-Bidâiah uan Nihâiah (T. 5, p. 209) y Kanz-ul ‘Ummâl (T. 6, p. 398) transmiten de Yâbir ibn ‘Abd-ul·lah. At-Tirmidhî (T. 2, p. 298); Al-Fusûl Al-Muhimmah (p. 25) y Al-Bidâiah uan Nihâiah (T. 5, p. 209) transmiten de Hudhaifah ibn Asîd Al-Giffârî; Musnad Ahmad (T. 4, p. 368); Al-Jasâ’is (pp. 21 y 22); Mustadrak Al-Hâkim (T. 3, p. 109); Al-Isti‘âb (T. 2, p. 473) y Ta’rîj-ul Julafâ (p. 114) transmiten de Zaid ibn Arqam. Ibn Mâyah (T. 1, p. 30); Al-Jasâ’is (pp. 4, 22 y 25) y Hiliat-ul Auliâ’ (T. 4, p. 356) transmiten de Sa‘d ibn Abî Waqâs. Al-Bidâiah uan Nihâiah (T. 7, p. 349); Dhajâ’ir-ul ‘Uqbâ (p. 67) y Ar-Riîad-un Nadirah (T. 7, p. 161) transmiten de ‘Umar ibn Al-Jattâb. Al-Jasâ’is (p. 9); Musnad Ahmad (T. 1, p. 331); Al-Mustadrak (T. 3, p. 132) y Al-Bidâiah uan Nihâiah (T. 7, p. 337) transmiten de ‘Abd-ul·lah ibn ‘Abbâs.

Análisis del contenido de la aleya:

«¡Oh Enviado! Proclama lo que te fue revelado por tu Señor, porque si no lo hicieras no habrás comunicado Su Mensaje, y Dios te mantendrá a salvo de la gente».

(Al-Mâ’idah; 5:67)

Si reparamos en el contenido de la aleya, notaremos lo siguiente:

1) Lo que el Profeta (BP) debía anunciar de parte de Dios era tan crucial e importante, que suponiendo que el Enviado de Dios (BP) no lo hubiese divulgado debido a algún temor, significaría que no habría proclamado su Mensaje divino, e incluso por medio de llevar a cabo esta orden es que su Mensaje llegaba a completarse. En otras palabras, el propósito de «…lo que te fue revelado» no era el conjunto de aleyas coránicas y preceptos islámicos, ya que es obvio que si el Profeta (BP) no hubiera proclamado el conjunto de preceptos divinos, no hubiese llevado a cabo su Mensaje, y tal asunto evidente no necesita del descenso de una nueva aleya. Lo cierto es que su propósito fue la difusión de un asunto en particular, lo cual completaría el Mensaje, teniendo en cuenta la aleya que descendió después de ello: «Hoy, os He perfeccionado vuestra religión…» Por lo tanto, este tipo de orden debe haber sido uno de los principios importantes del Islam que se complementaría con el resto de los principios y ramas islámicas.

      2) Desde el punto de vista de las consideraciones sociales y políticas, el Profeta (BP) temía la posibilidad de que si llevaba a cabo tal orden, era posible que recibiese una afrenta por parte de la gente, por lo que para infundirle firmeza, Dios Altísimo le dice: «Y Dios te mantendrá a salvo de la gente».

No es de extrañarse que el Profeta (BP) haya temido anunciar el Califato y Sucesión de una persona como ‘Alî (P) -quien en aquel momento no tenía más de 33 años de edad- por sobre un grupo de personas que desde el punto de vista de la edad eran mucho más mayores que él, en especial para los árabes, que siempre habían considerado los altos cargos como apropiados para los ancianos de la tribu, despreciando a los jóvenes con el pretexto de que eran inexpertos.

Además, muchos parientes de las personas que estaban ahora con el Profeta habían sido muertos en las batallas por la espada de ‘Alî, por lo que el Califato de tal persona por sobre una gente rencorosa resultaba embarazoso. No debemos olvidar tampoco que Hadrat ‘Alî (P) era primo y yerno del Profeta (BP), por lo que originaría que se supusiera que cierto fanatismo tribal y familiar había influido en el Enviado de Dios (BP) para la designación de tal persona para el Califato.

Por otra parte, muchos narradores de hadices transmitieron que el Noble Profeta (BP) quiso dar a conocer a la gente a su sucesor en Mina -y según otra versión en ‘Arafât[11]-, pero algunos desbarataron la reunión por medio de provocar alboroto, griterío y desorden, y finalmente no permitieron que las palabras del Profeta llegaran a oídos de la gente. Ahmad ibn Hanbal en su Musnad y Abî Dâwûd en su Sahîh transmiten de Yâbir ibn Samurah que: “El Profeta (BP) dijo: “La religión permanecerá en su estado de grandeza mientras haya doce Imames…”, entonces la gente comenzó a decir: ¡Allah-u Akbar! y a pegar alaridos, y luego (el Profeta) dijo algo en voz baja”[12]. El transmisor en otra narración dice: “La gente no solo provocó alboroto y gritería, sino que desbarató la reunión por completo por la manera en que continuamente se estaban parando y sentando”[13]. Y según lo transmitido en Sahîh Muslim, Musnad Ahmad ibn Hanbal y otros, el narrador dijo: “La gente hizo tal alboroto que casi quedo sordo”[14]!

Entonces no sería descabellado concluir también que “la gente” a la que se refiere la aleya sea esa misma que según las narraciones citadas, no permitieron que las palabras del Profeta (BP) llegasen a oídos de quienes hubiesen deseado escuchar.

El suceso de Gadîr jamás quedará en el olvido:

La prudencia de Dios dispuso que el suceso histórico de Gadîr, permaneciera vivo en los corazones a través de los siglos, y registrado en los documentos y libros, de forma que en cada época y tiempo los escritores islámicos hablaran de ello en sus libros de exégesis, hadîz, historia y teología, y que los disertadores religiosos trataran ello en sus reuniones considerándola como una de las virtudes de ‘Alî (P) imposibles de ser negadas. No solo los disertadores, sino también los poetas y compositores se inspiraron en este suceso encendiendo su talento literario mediante la reflexión sobre este hecho y por medio de expresar su sinceridad y fidelidad al poseedor de la Wilâiah. Es así que dejaron tras de sí para nosotros, los más preciosos y refinados fragmentos, en diferentes géneros y en distintos idiomas.

Una de las causas por la que este Hadîz se eternizó, fue el descenso de aquellas dos aleyas coránicas al respecto[15], y hasta el día que el Sagrado Corán permanezca, este hecho histórico también subsistirá y no será borrado de las mentes.

Si nos fijamos en la sociedad islámica de aquellos tiempos nos percataremos que otra de las causas por lo que la historia de Gadîr se grabó en los corazones y mentes a lo largo de los siglos, fue que los musulmanes la consideraban de entre las fiestas religiosas. El día 18 de Dhûl Hiyyah era conocido entre los musulmanes como día de la Festividad de Gadîr, en que se reunían las familias, se sacrificaban reses, se dedicaban a la adoración y al ayuno, se tomaban en cuenta la situación de los pobres, se festejaban casamientos y se vestían ropas nuevas, y los Shi‘as hasta hoy en día celebran esta fecha de la misma manera.

El sabio sunnita Ibn Jal·lakân, en su libro Wafaiât-ul A‘iân, dice respecto a Musta‘lâ ibn Al-Mustansir: “En el año 487 de la hégira, correspondiente al día de la Festividad de Gadîr, que es el día 18 de Dhîl Hiyyat-ul Harâm, la gente le dio su Bai‘ah[16]. Y escribe respecto a Al-Mustansir Bil·lah Al-‘Ubaidî: “Falleció en el año 487 de la hégira cuando quedaban doce noches para el final del mes de Dhîl Hiyyah. Dicha noche es esa misma del 18 de Dhîl Hiyyah, la noche de la Fiesta de Gadîr[17].

No solo Ibn Jal·lakân llama a esta noche “noche de la Festividad de Gadîr”, sino que Al-Mas‘ûdî[18] y Az-Za‘labî[19] también consideran a esta noche como una de las más célebres entre la comunidad islámica.

El origen de esta Festividad se remonta al mismo día de Gadîr, en el que el Profeta (BP) ordenó a los Muhâyirîn y a los Ansâr, e incluso a sus esposas, que felicitaran a ‘Alî (P). Zaid ibn Arqam dijo: “Los primeros de entre los Emigrantes que dieron la mano a ‘Alî fueron Abû Bakr, ‘Umar, ‘Uzmân, Talhah y Zubair, y la ceremonia de felicitación y Bai‘ah continuó hasta el ocaso”.

Abû Sa‘îd Jarkûshî An-Nîshâbûrî (fall. 407 HL) transmitió en su libro Sharaf-ul Mustafâ el siguiente hadîz, de Al-Barâ’ ibn ‘Âzib, en palabras de Ahmad ibn Hanbal, y según otra cadena de transmisión, de Sa‘id Jidrî. Sus palabras son éstas: “Luego el Enviado de Dios (BP) dijo: “¡Felicitadme! ¡Felicitadme! Puesto que Dios me particularizó con la Profecía y a mi Ahl-ul Bait con el Imamato”[20].

Furât ibn Ibrâhîm Al-Kûfî (siglo 3º de la hégira) transmitió de Muhammad ibn Zhahîr, de ‘Abd-ul·lah ibn Fadl Al-Hâshimî, del Imam As-Sâdiq (P), de su padre, y sus nobles abuelos del Enviado de Dios (BP), que el Santo Profeta (BP) dijo: “El día de Gadîr Jumm es la mejor Festividad de mi comunidad, y éste es ese mismo día que Al·lah Ta‘âlâ me ordenó que designara a mi hermano ‘Alî ibn Abî Tâlib como el líder a través del cual mi comunidad se guiará después de mí. Y éste es ese mismo día que Dios completó en él la religión, completó Sus gracias por sobre mi comunidad y eligió el Islam para ellos como religión”[21].

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[1] Tawâtur: es el número suficiente de cadenas de transmisión no relacionadas entre sí de una narración, lo cual nos brinda la convicción de su autenticidad.

[2] Al-Gadîr, T. 1, pp. 40-241 (de su traduc. al persa).

[3] Ver: Ibídem, p. 29-34.

[4] San‘â’ (Sana) actual capital del Yemen y Busrâ es una ciudad cercana a Damasco. El Profeta brinda una ejemplificación de acuerdo a la capacidad de percepción e imaginación de los que allí se encontraban presentes.

[5] Ihtiyây Tabarsî, T. 1, pp. 71-84. Impreso en Nayaf.

[6] Al-Yâmi‘ As-Sahîh de At-Tirmidhî, T. 2, p. 298.

[7] Al-Isti‘âb, T. 2, p. 373.

[8] As-Sawâ‘iq Al-Muhriqah, p. 25.

[9] Tahdhîb-ut Tahdhîb, T. 7, p. 339.

[10] Fath-ul Bârî fi Sahîh Al-Bujârî, T. 7, p. 61.

[11] Dijo Yâbir ibn Samurah:  El Mensajero de Dios (BP) nos habló en ‘Arafât. Dijo Al-Maqdamî en su hadîz: Escuché al Mensajero de Dios (BP) hablar en Minâ. Y éstas son las expresiones del hadîz de Ibn Ar-Rabî‘: Lo escuché decir: “Este asunto continuará con su estado de grandeza y manifestación mientras haya doce, todos ellos de…”. Entonces la gente comenzó a hacer alboroto y a hablar, y no entendí lo que dijo después de “todos ellos de …”. Citado por Ahmad Ibn Hanbal en su Musnad. Beirut, 2º edición, ed. Dâr ul-Fikr, Año 1414 HL, T. 7, p. 428, hadiz: 20981.

[12] Musnad Ahmad ibn Hanbal, T. 77, p. 428, hadiz nº 20981; Muntajab-ul Azar fil Imâm Az-Zân-î ‘Ashar, p. 11, citando de Sahîh ibn Dawûd, T. 2; Kitâb-ul Mahdî, p. 207.

[13] “Dijo el Profeta: “La gente de esta religión permanecerá auxiliando (a la misma) contra quien se le oponga, mientras haya doce califas…”, y la gente comenzó  a pararse y sentarse, y él pronunció algunas palabras que no entendí”. Ibídem, p. 20, citando del Shaij At-Tusî, Kitâb-ul Gaibah; Ahmad ibn Hanbal, Ibídem, T. 7, hadiz nº 20993.

[14] Sahîh Muslim, 4º impres., Beirut, año 1412 de la hégira, T. 3, p. 1453, Capítulo: Kitâb-ul Imârah, hadiz nº 9; Ahmad ibn Hanbal, Ibídem, T. 7, p. 435, hadiz nº 2120 (en este hadiz agrega dos veces la frase “la gente impidió que se haga oír”), y p. 428, hadiz nº 20980. El transmisor de esta narración no es solo Yâbir ibn Samurah sino también Hishâm ibn Iazîd y Hafsah bint Sirîn. También se transmitió a través de Abîl ‘Âliah, de Anas ibn Mâlik. Ver: Muntajab-ul Azar, citando a Kifâiat-ul Azar y Al-Hâkim An-Nishâbûrî, Al-Mustadrak ‘Alas Sahihain.

[15] Las aleyas 3 y 67 de la Sûrah Al-Mâ’idah

[16] Wafîât-ul A‘iân, T. 1, p. 60.

[17] Ibíd., T. 2, p. 223

[18] At-Tanbîh ual Ashrâf, p. 822.

[19] Zamâr-ul Qulûb, p. 511.

[20] Al-Gadîr, T. 2, pp. 183-184 (traduc. al persa).

[21] Ibídem, pp. 196-197.

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