El relato del martirio del Imam Husain (P)

Después de la masacre de Karbala

Por Sheij Mufid (r. a.)

Humayd ibn Muslim reportó:

Por Dios, yo no vi a ninguna de sus mujeres o hijas o las mujeres de su familia que no tuviera sus ropas rasgadas por detrás, arrebatadas y quitadas por la fuerza. Entonces llega­mos a donde estaba ‘Alí ibn Husain (P). Él estaba tendido sobre una cama y estaba muy enfermo. Shimr tenía consigo a un grupo de soldados de a pie y ellos le preguntaron: “Matamos a este enfermo?”. Yo dije: “¡Alabado sea Dios!, ¿tam­bién los muchachos han de ser matados? Éste es sólo un mu­chacho enfermo aunque sea quien es”. Y seguí discutiendo con ellos hasta que me los llevé de Allí.

Entonces ‘Umar ibn Sa‘d llegó y las mujeres gritaban y lloraban en su cara. Él ordenó a sus seguidores: “Ninguno de vosotros debe entrar a las tiendas de estas mujeres ni molestar a este muchacho enfermo”. Las mujeres le pidieron que les regresara lo que les habían quitado para poder vestirse otra vez. Así que él les ordenó que lo que les hubiera sido quitado les fuera devuelto. Pero, por Dios, ninguno de ellos regresó cosa alguna. Entonces él confió el cuidado de la tienda prin­cipal y las tiendas de las mujeres a un grupo de hombres que estaban con él. Dijo: “Cuidad a las mujeres para que nadie las lastime”.

Después de esto él regresó a su tienda y gritó a sus seguido­res:

- ¿Quién se ofrece como voluntario para ir a donde está el cuerpo de Husain y hacer que su caballo lo pisotee?

Diez se ofrecieron. De éstos, Ishâq ibn Haywa y Ajnas ibn Marzad, pisotearon el cuerpo de Husain con sus caballos hasta que le rompieron y magullaron la espalda.

‘Umar ibn Sa‘d despachó ese día- era el día de ‘Ashura’- la cabeza de Husain (P), con Juli ibn Muslim Al-Azdi, a ‘Ubaydul.lah ibn Ziyâd. Entonces ordenó que las cabezas del resto de los seguidores de Husain y de los miembros de su Familia que habían sido matados fueran cortadas. Había 72 cabezas. Él envió a Shimr ibn Dhil-Yawshan, Qays ibn Ash‘az y ‘Amr ibn Al-Hayyây con éstas. Ellos viajaron hasta que las llevaron a Ibn Ziyâd.

‘Umar ibn Sa‘d se quedó allí por el resto de ese día y hasta después del mediodía del día siguiente. Entonces reunió a las gentes para el viaje, y partió hacia Kufa. Llevó consigo a las hijas y hermanas de Husain (P) junto con ‘Ali ibn Husain (P). Éste estaba todavía enfermo con una disentería y estaba casi al borde de la tumba.

Cuando Ibn Sa‘d partió, algunos de los del clan de Banu Asad que habían estado en Al-Gâdiriya fueron a donde estaban Husain (P) y sus seguidores. Hicieron la oración funeral sobre sus cuerpos. Luego enterraron a Husain en el lugar donde todavía está su tumba, y sepultaron a su hijo ‘Alí ibn Husain Al-Asghar a los pies de su cuerpo. Ellos cavaron alrededor del área junto a los dos pies de Husain (P) para los mártires de su Familia y sus seguidores. Los juntaron y enterraron a todos juntos. Sin embargo, sepultaron a ‘Abbâs ibn ‘Alí (P) en el sitio donde fue matado, sobre el camino a Al-Gâdiriya, donde todavía está su tumba42.

Cuando la cabeza de Husain (P) llegó y después de que Ibn Sa‘d llegó al día siguiente llevando consigo a las hijas y la familia de Husain (P), Ibn Ziyâd se sentó ante el pueblo en el palacio de gobierno. Él había convocado a toda la gen-te en general y les había ordenado que estuvieran presentes para que vieran la cabeza. Él la puso frente a sí mismo y empezó a mirarla sonriendo. En su mano tenía una caña y empezó a pegarle con ella en los dientes.

Cuando Zayd ibn Arqam, un Compañero del Profeta (PBD), que era entonces un anciano, lo vio golpeándole los dientes a la cabeza con la caña, dijo:

- Quita tu caña de esos labios, porque, por Dios, aparte del Cual no hay otra deidad, yo vi muchas veces a esos labios besar al Mensajero de Dios (PBD).

Y después de decir esto empezó a llorar.

- ¿Hace Dios que lloren tus ojos?- preguntó Ibn Ziyâd- ¿o estás llorando de alegría debido a la victoria de Dios? Si no fuera por el hecho de que eres un viejo que se ha vuelto tonto y cuya mente lo ha dejado, te cortaría la cabeza.

Zayd ibn Arqam se levantó frente a él y se fue a su casa. Mientras tanto, la Familia de Husain (P) fue llevada ante Ibn Ziyâd. Zainab (S), la hermana de Husain (P), venia en medio del grupo, pretendiendo no ser ella; llevaba puestas sus ropas más sucias. Entró y se sentó en un rincón del pala­cio, y sus sirvientas se agruparon alrededor de ella.

- ¿Quién es esa mujer que se fue a un lado y se sentó en un rincón con sus mujeres? -demandó Ibn Ziyâd.

Pero Zainab (S) no respondió. Él repitió la pregunta.

- Ésta es Zainab (S), hija de Fátima (P), la hija del Mensajero de Dios (PBD) -le dijo una de las mujeres.

  • Alabado sea Dios, el Cual os humilló, os mató y reveló la falsa naturaleza de vuestras pretensiones -dijo Ibn Ziyâd cuando ella vino hacia él.
  1. sea Dios, el Cual nos favoreció con Su Profeta, Muhammad (PBD)- respondió Zainab (S)- y Él nos purificó com­pletamente del pecado. Él sólo humilla a los grandes peca­dores y revela la falsa naturaleza de los que exceden Sus límites. Esos hombres no están entre nosotros, alabado sea Dios.

- ¿Cómo consideras que Dios ha tratado a tu familia? ­preguntó Ibn Ziyâd.

- Dios decretó la muerte para ellos y ellos avanzaron valientemente a Sus lugares de descanso- replicó Zainab (S)- Dios nos mandará llamar a vosotros y a nosotros para rendir cuentas. Vosotros presentaréis vuestras excusas ante Él y nosotros seremos vuestros adversarios ante Él.

Ibn Ziyâd se enfureció y ardió de cólera.

- Gobernador- intervino ‘Amr ibn Hurayz- ella es solamen­te una mujer y las mujeres no son responsables por nada de lo que dicen. No la culpes por sus errores.

- Dios ha sanado mi alma de vuestra maldad y de la rebe­lión de tu familia- le dijo él a ella.

Zainab (S) se sintió débil y lloró.

-¡Por mi vida!- le gritó ella- tú has matado a los adultos de mi familia; habéis atravesado con las lanzas a mi familia; habéis cortado mis ramas jóvenes, y habéis arrancado mí raíz. Sí esto te sana, entonces has sido sanado.

- Por mi vida- declaró Ibn Ziyâd- ésta es una mujer que hace poesía. Tu padre fue un poeta.

- ¿Qué tiene qué ver una mujer con la poesía?- respondió ella- En verdad tengo cosas que me distraen de la poesía pero mi corazón me hace decir lo que digo.

‘Ali ibn Husain (P) fue presentado ante él.

- ¿Quién eres? -preguntó Ibn Ziyâd.

- Yo soy ‘Ali ibn Husain -respondió él.

-¿No mató Dios a ‘Ali ibn Husain? -dijo Ibn Ziyâd.

- Yo tenía un hermano que también se llamaba ‘Alí -respondió ‘Alí (P)- las gentes lo mataron.

- Más bien Dios lo mató- afirmó Ibn Ziyâd.

-«Dios recibe las almas a la hora de la muerte»43 -dijo ‘Alí (P).

- ¡Cómo te atreves a responderme así!- gritó enojado Ibn Ziyâd, y esto es lo último que dices debido a tu respuesta. ¡Lleváoslo y cortadle la cabeza!

Zainab (S), su tía, se colgó de él, rogando:

-¡Oh, Ibn Ziyâd!, ¿no has tenido suficiente de nuestra sangre?

Entonces ella se colgó de ‘Ali (P) y dijo:

-¡Por Dios, yo no lo dejaré. Si lo matas, matadme con él!.

Ibn Ziyâd la miró y lo miró a él, y dijo:

- ¡Qué maravillosa es la relación familiar! Yo creo que ella quiere que la mate con él. Dejadlo, ya que lo veo por lo que él es.

Él se levantó de su asamblea para dejar el palacio e ir a la mezquita. Allí, él subió al púlpito. Alabó y glorificó a Dios, y entonces dijo:

- Alabado sea Dios, el Cual ha hecho evidente a la verdad y a los seguidores de la verdad y le dio la victoria al Co­mandante de los Creyentes, Yazid, y a sus partidarios, y mató al embustero, que es el hijo de un embustero, y a sus shi‘as.

Entonces ‘Abdul.lâh ibn ‘Afif Al-Azdi, quien había sido uno de los shi‘as del Comandante de los Creyentes (‘Alí ibn Abi Tâlib, la paz sea con él), se paró frente a él y gritó:

  • ¡Oh enemigo de Dios!, tú eres el embustero y tu padre y el hombre que te designó a ti y a tu padre. ¡Oh, Ibn Maryâna!, tú matas a los hijos de profetas y tomas en el púlpito el sitio de los hombres de verdad.
  • ¡Arrestadlo! -ordenó Ibn Ziyâd.

Los soldados lo atraparon pero él dio el grito de batalla del clan de Al-Azd y 700 hombres de ellos rápidamente se reunieron y lo arrebataron de los soldados.

En la noche Ibn Ziyâd envió a alguien para sacarlo de su casa. Él fue ejecutado y crucificado en Al-Sabja, que Dios tenga misericordia de él.

A la mañana siguiente ‘Ubaydul.lah ibn Ziyâd envió la cabe­za de Husain (P) a Yazid después de que fue llevada por todas las calles y tribus de Kufa.

Se reporta que Zayd ibn Arqam dijo:

La cabeza fue traída; estaba clavada en la punta de una lan­za y yo estaba en un cuarto de mi casa. Cuando la cabeza pasó frente a mi ventana la oí recitar:

« ¿Acaso no creéis que los Compañeros de la Caverna y la Inscripción estaban entre Nuestras señales maravillosas?»44

Yo me estremecí y grité:

- ¡Oh hijo del Mensajero de Dios!, tu cabeza es milagrosa, milagrosa45.

Cuando terminaron de llevarla alrededor de Kufa y la lle­varon de vuelta a la puerta del palacio, Ibn Ziyâd la dio a Zahar Ibn Qays y también le dio las cabezas de los compañe­ros de Husain. Lo despachó a Yazid ibn Mu‘awiya y man­dó con él a Abu Burda ibn ‘Awf Al-Azdi y Târiq ibn Abi Zabyân, junto con un grupo de hombres de Kufa, para lle­vársela a Yazid ibn Mu‘awiya a Damasco.

‘Abdul.lâh ibn Rabi‘a Al-Himyari reportó:

Yo estaba con Yazid ibn Mu‘awiya en Damasco cuando Zahar ibn Qays le llevó la cabeza.

  • ¡Ay de ti!, ¿qué hay detrás de ti? ¿Qué has traído? -de­mandó Yazid.
  • Oh Comandante de los Creyentes -replicó él- te traigo las buenas nuevas de la ayuda de Dios y la victoria. Husain ibn ‘Alí vino contra nosotros con 18 hombres de su familia y 60 de sus shi‘as. Nosotros salimos a encontrarlos y les pedimos que se rindieran y se sometieran a la autori­dad del gobernador ‘Ubaydul.lah ibn Ziyâd o pelearan. Ellos eligieron pelear antes que someterse. Los atacamos cuando el sol se levantaba y los rodeamos por todos lados. Finalmente nuestras espadas tomaron su valor de las ca­bezas de la gente y empezaron a huir sin tener refugio al­guno a dónde ir. Ellos trataron de refugiarse en las colinas abiertas y en las hondonadas, tal como las palomas bus-can refugio contra el halcón. ¡Por Dios!, Comandante de los Creyentes, no fue otra cosa sino la matanza de anima-les cuando se sacrifican para la carnicería. Sólo tomó el tiempo que tarda un hombre en dormir su siesta para que nosotros hubiéramos acabado con el último de ellos. Allí estaban sus cuerpos desnudos, sus ropas manchadas de sangre, sus caras arrojadas en el polvo. El sol ardió sobre ellos; el viento dispersó el polvo sobre ellos; y sus visitan­tes fueron las águilas carroñeras y los buitres.

Yazid bajó la mirada por un rato, y luego la levantó y dijo:

- Yo hubiera estado satisfecho de vuestra obediencia a mis órdenes sin esta muerte de Husain (P). Si yo hubiese sido el que lo acompañaba, le habría evitado este final.

Después de que ‘Ubaydul.lah ibn Ziyâd hubo despachado la cabeza de Husain, ordenó que se preparara a las mujeres y los jóvenes para viajar. Ordenó que ‘Alí ibn Husain (P) fuera encadenado poniéndole la cadena alrededor de su cue­llo. Luego los despachó, para seguir a las cabezas, con Muyfir ibn Za‘laba Al-‘â’idhi y Shimr ibn Dhil-Yawshan. Ellos partieron con ellos hasta alcanzar a las gentes que iban con la cabeza. ‘Alí ibn Husain (P) no habló ni una pala­bra a las gentes que llevaban la cabeza en ese viaje. Finalmente ellos llegaron a su destino. Cuando llegaron a la puer­ta del palacio de Yazid, Muyfir ibn Za‘laba levantó la voz y gritó:

- Aquí está Muyfir ibn Tha’1aba, el cual ha traído a estos viles transgresores al Comandante de los Creyentes.

‘Alí ibn Husain (P) le contestó:

- ¿Qué cosa más mala y peor que lo que nació de la madre de Muyfir?.

Cuando las cabezas fueron puestas frente a Yazid, y entre ellas estaba la cabeza de Husain (P), Yazid recitó:

“Nosotros partiremos los cráneos de los hombres orgullosos que vengan contra nosotros; ellos fueron muy desobedientes e injustos”.

Yahya ibn Al-Hakam, hermano de Marwân ibn Al-Hakam, re­citó:

“A la orilla del río un gran ejército se enfrentó al que es más cercano en parentesco a Yazid, el hombre con falso linaje. La progenie de Umaiyah ha adquirido posición, mientras que la progenie de la hija del Mensajero de Dios no tiene ninguna”.

Yazid golpeó con su mano el pecho de Yahya ibn Al-Hakam y gritó:

-¡Quieto!

Entonces él le dijo a ‘Alí ibn Husain (P):

- Hijo de Husain, tu padre cortó el lazo de parentesco conmigo y mostró ignorancia de mis derechos, tratando de privarme de mi posición de autoridad. Ahora Dios lo ha tratado en la manera que viste.

‘Alí ibn Husain (P) replicó:

-«Ninguna calamidad cae sobre la Tierra ni sobre voso­tros mismos a menos que haya sido escrita en un libro an­tes de que Nos la traigamos a existir. Ello es fácil para Dios»46.

- Respóndele, -urgió Yazid a su hijo Jâlid-.

Jâlid no supo qué decir en respuesta. Así que Yazid contestó:

- Más bien di: «Cualquier calamidad que os aflija es debi­da a lo que vuestras manos se ganaron. Y Dios perdona mucho»47.

Él mandó llamar a las mujeres y a los niños y los hicieron sentarse ante él. Lo que vio era terrible.

- ¡Que Dios deteste a Ibn Maryâna!- dijo él- Si hubiese lazo alguno de parentesco entre él y vosotros, él no os habría hecho esto; él no os habría enviado en este estado.

Fátima bint Husain (P) reportó:

Cuando nos sentamos ante Yazid, él mostró compasión por nosotros. Un hombre de los sirios se levantó y le dijo a Yazid:

- Comandante de los Creyentes, dame ésta.

Él se refería a mí. Yo era entonces una muchacha bastante joven. Me estremecí ya que pensé que eso le iba a ser conce­dido. Cogí la falda de mi tía Zainab y ella me dijo que eso no sucedería. Ella le dijo al sirio:

  • Por Dios, tú eres un mentiroso. Por Dios, eres demasiado mal nacido. Eso no es para que tú ni él lo decidan.
  • ¡Eres una mentirosa!- gritó Yazid enojado- eso es para que yo decida. Si yo deseo hacer algo, yo puedo hacerlo.

-No, por Dios-replicó ella- Dios sólo te dejaría hacer eso si dejaras nuestra fe y profesaras creer en otra religión.

-¿Es a mí- gritó Yazid, sacado de quicio y encolerizado- a quien estás tratando de esta manera? Es tu padre quien dejó la religión, así como tu hermano.

- Yo me guío por la religión de Dios, la religión de mi padre y la religión de mi hermano- respondió ella- y es por lo que debes guiarte, así como tu padre y tu abuelo, si es que eres un musulmán.

-¡Enemiga de Dios!, tú mientes- gritó él.

- Tú dices que eres un Comandante de los Creyentes, y sin embargo vejas injustificadamente a los demás y te has vuelto opresivo con tu autoridad- contestó ella.

Entonces él, sintió vergüenza y se quedó callado.

-Dame esa muchacha- repitió el sirio.

- Quédate soltero -le dijo Yazid- ¡Que Dios te haga morir de una vez!

Luego ordenó que ella fuera alojada en una casa cerca del banco del río junto con las demás mujeres. Con ellas envió también al hermano de ellas, ‘Alí ibn Husain (P). Después les fue puesta una casa aparte a ellos, la cual estaba pegada a la casa de Yazid. Ellos vivieron allí por varios días.

Después de un tiempo corto, Yazid mandó llamar a Nu‘man ibn Bashir y le dijo que hiciera preparativos para llevar a estas mujeres de vuelta a Medina. Cuando él estaba por despacharlas, mandó llamar a ‘Alí ibn Husain (P) y habló aparte con él. Le dijo:

-Que Dios maldiga a ibn Maryâna (o sea, ‘Ubaydul.lah ibn Ziyâd), si yo hubiera estado con tu padre, él nunca me habría pedido un favor sin que yo se lo concediera; yo lo habría protegido de la muerte con todo mi poder. Pero Dios decretó lo que viste. Escríbeme desde Medina y todo lo que necesites será tuyo.

Él les regaló ropas a él y a su familia. Envió con ellos, en el grupo de hombres bajo las órdenes de Nu‘man ibn Bashir, a un mensajero, el cual le dio a An-Nu‘man la orden de partir con ellos de noche; y que ellos fueran delante de él pero que nunca los perdierá de vista. Cuando ellos se detuvieran, él debía irse a un lado, y él y sus seguidores deberían separarse alrededor de ellos como un grupo de guardias. Él sólo debía apartarse de ellos cuando alguna persona del grupo quisie­ra ir a lavarse o a hacer una necesidad, para no avergonzarlos.

El mensajero partió con ellos entre el grupo de An-Nu‘man. Nu‘man continuó manteniéndose cerca de ellos a lo largo del camino pero era amable con ellos, tal como Yazid lo había ordenado, y los cuidó hasta que entraron a Medina.

Después de que Ibn Ziyâd hubo despachado la cabeza de Husain (P) a Yazid, fue a ver a ‘Abdul-Mâlik ibn Abi Hudayz48 As-Sulami y le dijo:

- Ve con ‘Amr ibn Sa‘id ibn Al-‘âs en Medina y dale las buenas nuevas de que Husain fue matado.

‘Abdul-Mâlik reportó:

- Yo cabalgué hacia Medina. En el camino un hombre de Quraysh me encontró. Preguntó:

-¿Qué nuevas hay?       

- Las noticias son para el gobernador, luego las oirás ­contesté.

- A Dios pertenecemos y a Él regresaremos-dijo él- Por Dios, Husain ha sido matado.

Cuando fui a ver a ‘Amr ibn Sa‘id, él preguntó:

-¿Qué te trae por aquí?

-Lo que complacerá al gobernador- respondí- Husain (P) ha sido matado.

-Sal y anuncia que fue matado -me dijo.

Yo lo anuncié. Nunca he oído tanto lamento como el de los Bani Hâshim en sus casas por Husain ibn ‘Ali (P) cuando escucharon el anuncio de su muerte. Yo entré de nuevo con ‘Amr ibn Sa‘id. Cuando él me vio, me sonrió y se río. Enton­ces citó un verso de ‘Amr ibn Ma‘di karb:

“Las mujeres de Banu Ziyâd elevaron un gran lamen­to, como el lamento de nuestras mujeres llorando des­pués de la Batalla del Arnab”.

-Este lamento es en pago por el luto por ‘Uzmân- exclamó ‘Amr.

Entonces subió al púlpito e informó a las gentes acerca de que Husain ibn ‘Ali (P) había sido matado, y les ordenó que obedecieran a Yazid ibn Mu‘awiya. Después de esto, bajó del púlpito.

Uno de los sirvientes de ‘Abdul.lâh ibn Ya‘far ibn Abi Tâlib

(P) fue hacia él y le anunció la noticia de la muerte de sus dos hijos y le dijo que todos nosotros regresamos a Dios.

-Esto es lo que nos llega por causa de Husain ibn ‘Alí- dijo Abus-Salâsil, el sirviente de ‘Abdul.lâh.

- ¡Oh hijo de una mujer obscena!- exclamó ‘Abdul.lâh ibn Ya‘far, quitándose su zapato para golpearlo con él- ¿Estás diciendo esto de Husain (P)? Si yo hubiera estado presente con él, yo habría preferido no dejarlo y ser matado junto con él. Por Dios, yo no habría retenido a esos dos (hijos míos) y me consuelo de lo que les pasó al saber que ellos dos fueron matados junto con mi hermano y primo, consolándolo y soportando junto con él.

Él avanzó hacia los que estaban sentados con él y dijo:

- Alabado sea Dios, Quien me ha hecho la vida dura mediante la muerte de Husain, ya que aunque yo no con­solé a Husain con mis propias manos, mis dos hijos lo consolaron.

Umm Luqmân, hija de ‘Aqil ibn Abi Tâlib, que Dios tenga misericordia de ellos, salió gritando cuando oyó la noticia de la muerte de Husain (P). Con ella estaban sus hermanas Umm Hâni’, Ramla y Zainab, hijas de ‘Aqil ibn Abi Tâlib. Ella lloró por sus parientes matados a la orilla del río y reci­tó:

“¿Qué diríais si el Profeta os preguntase: ‘¿Qué ha­béis hecho vosotros, la última de las comunidades reli­giosas, con mi progenie y familia después de mi parti­da de este mundo? Ellos están prisioneros y matados y han sido manchados con su propia sangre. ¿Qué cla­se de pago es éste al consejo que os di? ¿El que os opongáis a mí haciendo el mal a mis parientes cerca­nos??”

En la noche del día en el cual ‘Amr ibn Sa‘id había dado en Medina el anuncio público de la muerte de Husain ibn ‘Alí (P), a mitad de la noche los medineses oyeron una voz gritan­do. Ellos escuchaban la voz pero no veían a persona alguna. La voz decía:

“¡Oh hombres que ignorantemente a Husain matas­teis! Oíd las nuevas del tormento y el castigo. ¡Todas las gentes del cielo (los profetas, los ángeles y los mártires) os juzgan! ¡Vosotros habéis sido maldecidos por boca de David, y por la de Moisés y por la del maestro de los Evange­lios!”.

Extraído del libro Imam Husain (P) la luz que no se apagó; Editorial Elham Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente

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